Las metáforas naturales nunca fallan. Lo sabía Oscar Hammerstein II, autor de La novicia rebelde, cuando puso en boca de la Madre Superiora “Climb every mountain” (“Escalá cada montaña”). Y sobre esa imagen trabajó Amanda Gorman, la poeta inaugural de la asunción de Joe Biden, en su poema inaugural “The Hill We Climb” (“La colina que escalamos”):
“The hill we climb “La colina que escalamos
If only we dare solo si nos atrevemos
It’s because being American is more es porque ser estadounidense es más
than a pride we inherit, que el orgullo que heredamos,
it’s the past we step into es el pasado al que entramos
and how we repair it.” y cómo lo reparamos.”
Qué cosa la figura de poeta inaugural. Es una tradición demócrata: la inició Kennedy, el presidente icónico del siglo XX, que invitó a Robert Frost. La retomó Clinton, con Maya Angelou. Me emocionó el poema de Richard Blanco, elegido por Obama en 2013, One Today.
Amanda Gorman, la elegida de Biden, es la más joven. Con 22 años, cumple con todos los requisitos de la hora: es mujer, negra y activista; escribe sobre la opresión y la marginalización. Un mensaje un poco obvio, pero necesario. El video se hizo viral. Gorman llevaba aros regalados por Oprah. Lin-Manuel Miranda y los Obama la felicitaron. ¿Girlwashing? ¿Blackwashing? Puede ser; igual, mejor así.
¿Qué fue lo peor de Trump? ¿Que llamara “patriotas” a los grupos nazis? ¿Que fuera abiertamente machista y misógino, denunciado por violación, y dijera “yo las agarro de la concha”? ¿Que negara el cambio climático y lo profundizara? ¿Que negara la pandemia y la empeorara? ¿Que validara ser matón e ignorante y mostrara la fragilidad de la democracia, que nos hiciera sentir a un paso de Gilead incluso a quienes vivimos muy lejos? Contra todo eso fue elegida Amanda Gorman, “una chica negra flaquita descendiente de esclavos y criada por una madre soltera, que puede soñar con ser presidenta mientras le recita a un presidente”, como ella misma se definió en su oda al futuro.