El viernes 29, el grupo periodístico chileno COPESA anunció que el diario La Cuarta y las revistas Paula y Más Deco dejarían de salir en papel, y que el diario La Tercera ljmitaría su edición impresa a los sábados y domingos; 230 periodistas quedaron sin trabajo. Está difícil el periodismo industrial.
En cambio, los newsletters están en alza. No lo digo yo. Forbes anunció que está lanzando una gran plataforma “que permitirá a periodistas lanzar sus propios newsletters pagos y dividir las ganancias con la editorial”. Miti miti. A cambio, reciben “todo el marketing, el apoyo editorial y los beneficios salariales de ser parte de la redacción de Forbes”, con “suficiente independencia editorial para asegurar que sus audiencias les sigan”. También recibirían “una tajada” de la publicidad.
Muches periodistas se pasaron a los newsletters en 2020, en general a través de la plataforma Substack. “Un newsletter pago da los incentivos correctos a quien escribe, porque no se trata de jugar con el algoritmo de Google o de Facebook”, dice Judd Legum. El 26 de enero, Twitter anunció que compró la plataforma de newsletters Revue. Tres días después, se supo que Facebook está trabajando en una herramienta para newsletters. El cofundador de Substack, Hamish McKenzie, se burló: “Exxon anuncia energía solar”. No falta mucho.
“Leés en tu bandeja de entrada. No hay feeds que maximicen la adicción. Decidís qué información poner en tu cerebro en base a en quiénes confiás, no a un golpe de dopamina”, dijo McKenzie sobre los newsletters. “En Substack, quienes escriben triunfan cuando quienes leen sienten que su confianza es premiada. Hay más de 500 mil suscripciones pagas, y les autores del top ten ganan entre todes más de 15 millones de dólares por año. Es el comienzo, pero esto está pasando”.
Ojalá, Hamish.