Hay que tener cuidado con el agua en Siberia; mirá lo que le pasó al pobre Navalny (N21P07), que se tomó un tecito en el aeropuerto Tomsk y casi no la cuenta: horas después entró en coma, intoxicado con Novichok (N02P05). Aunque ahora parece que el veneno no estaba en el té, sino en los calzones de Navalny; más específicamente, en la bragueta. Sutil.
El martes, Navalny compareció ante la justicia rusa dentro de una jaula de vidrio. Se lo acusaba de violar la libertad condicional mientras estuvo en coma en Alemania, tras una causa por fraude de 2014. “La razón por la que todo ocurrió es el odio y el miedo de un hombre, un hombre escondido en un búnker. Lo ofendí mortalmente al sobrevivir a un atentado contra mi vida que él ordenó”, dijo Navalny. “El asesinato es la única forma que conoce de luchar. Pasará a la historia como un simple envenenador. Todos recordamos a Alejandro el Libertador y a Yaroslav el Sabio. Pues bien, ahora tendremos a Vladimir el Envenenador de Calzoncillos”.
El mismo Navalny había averiguado este dato de color: se lo sacó de mentira a verdad a Konstantin Kudryavtsev, un agente de la FSB (Servicio Federal de Seguridad ruso, ex KGB) involucrado en la operación. Navalny había obtenido su nombre a partir de una investigación conjunta entre Bellingcat, CNN y Der Spiegel; el 14 de diciembre, todavía desde Berlín, llamó a Kudryavtsev y se hizo pasar por un superior. Y el agente le contó los detalles de cómo envenenaron su ropa (hasta recordó el color de los calzones).
Ya quiero ver la serie. Por ahora, tenemos los memes: acá, acá, acá, acá, acá.
Putin dijo que si hubieran querido envenenar a Navalny, estaría muerto.
El martes la justicia rusa condenó a Navalny a 32 meses de prisión.