Si estás leyendo desde Argentina, probablemente creas que elegí esta palabra por el escándalo por vacunaciones irregulares que estalló ayer y le costó el puesto al ministro de Salud. En parte. Cuando la palabra devino hashtag, entré y me encontré con que los primeros usos que aparecían no eran de Argentina; tampoco, los más frecuentes. #Vacunagate circula en Twitter desde hace rato. Arrancó muy fuerte en Perú, con 487 “vacunados VIP” del ámbito político, empezando por el ex presidente Martín Vizcarra y su familia; ahora desaparecieron cuatro mil vacunas y el escándalo crece. En Chile también prospera, con una profesora de zumba sana y joven mostrando el certificado de su vacunación, y videos de aspirantes a carabineros haciendo fila para recibir la inyección.
Ya el 30 de diciembre tuits de México hablaban de #vacunagate en relación a funcionarios que se “colaron” entre el personal médico en Coahuila; durante todo enero los medios mexicanos siguieron las vacunaciones de privilegio (este meme es del 9/1). También se habló de vacunagate en España, donde hasta los obispos se inmunizaron de forma irregular.
Y, la verdad, ¿tan originales íbamos a creer que somos? En Argentina hay mucha corrupción y amiguismo, pero tampoco es que los hayamos inventado y patentado. Es cierto que les ponemos garra a la narrativa, eso sí.
“Saltearte la cola es de las cosas más durkeimianamente ofensivas que puede pasar en Argentina”, tuiteó Mariano Canal. “Ojalá esta pulsión igualitarista se extendiera”, dijo Ezequiel Gatto.
Un mundo haciendo fila y discutiendo quién debería tener más derecho a la protección sanitaria. Qué tiempos.