Hay pueblos olvidados, otros expropiados y otros explotados. No pasa todos los días que un movimiento reivindicatorio antirracista y anticolonialista llegue al mercado. Como una larga cola del asesinato de George Floyd por un policía de Mineápolis, el Black Live Matters terminó con una marca histórica en el sector de alimentos de Estados Unidos: Aunt Jemima, nacida en 1889.
Los productos Aunt Jemima -mezcla para hacer panqueques y waffles, jarabe y otros alimentos para el desayuno- tenían como imagen a fines del siglo XIX a una mujer negra, con un pañuelo en la cabeza y una gran sonrisa: el estereotipo de la sirvienta. En cine: Mammy, quien le ajustaba el vestido a Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó.
De hecho, se dice que el nombre “Aunt Jemima” vendría de la confusión fonética con la frase “Ain’t your mamma” (“No soy tu mamá”) que las niñeras afroamericanas les decían a las criaturitas blancas.
Bien entrado el siglo XX, la imagen era muy similar. Unos años después, pasó a ser una señora afroamericana, ya sin pañuelo; esa era la imagen que todavía se veía en góndolas hasta el año pasado. Hasta que George Floyd tuvo la mala suerte de que le clavaran una rodilla en la nuca.
Aunt Jemima fue creada en 1889 por la Pearl Milling Company y comprada en 1925 por Quaker, que a su vez fue comprada por Pepsico en 2001. En junio pasado, al calor del Black Lives Matter, Quaker y Pepsico anunciaron que iban a “transicionar” el nombre y la imagen de la marca para “alinearlos con los valores de la compañía”, y que donarían 5 millones de dólares “para apoyar a la comunidad afroamericana”.
La noticia ahora es que la nueva marca ya está aquí, y es… vieja. El nombre elegido es Pearl Milling Company. Sin figuras humanas.
Esta no es la única marca “en transición”: hay muchas otras, como “Beso de Negra” (Nestlé, Colombia). No es el caso de “Conguitos” (España), que dice buscar “una imagen de alegría”.