Esta tenía que entrar la semana pasada, pero quedó afuera por cuestiones de espacio y ahora ya salió hasta en TN. Viene de Francia –islamo-gauchisme-, y fue usada el martes 16 por Frederique Vidal, la ministra de Educación Superior, para denunciar una supuesta alianza del extremismo islámico y el extremismo de izquierda infiltrándose en las universidades. “Creo que el islamoizquierdismo se está comiendo nuestra sociedad”, dijo, y lo calificó de “gangrena”. Vidal aseguró que se conducirá una investigación en las universidades. Ahora cientos de estudiantes y docentes la acusan de violar la autonomía universitaria y piden su renuncia.
El término no nació la semana pasada. En 2002, el filósofo francés Pierre-André Taguieff lo incluyó en su libro Nueva Judeofobia. Allí lo describe como una forma de antisionismo popular entre “neo tercermundismo, neocomunismo y la configuración neoizquierdista, mejor conocida como movimiento antiglobalización”. Se refería a una protesta pro Palestina. “Izquierdistas hombro a hombro con islamistas que buscan la eliminación de Israel”, escribió.
La extrema derecha se adueñó de la idea: Marine Le Pen predica contra el islamoizquierdismo desde 2012. También la usó la filósofa Elisabeth Badinter, en 2016: “Ser tratado de islamófobo es un oprobio, un arma que los islamoizquierdistas ofrecen a los extremistas”. Entronca con la ya histórica discusión por el uso del velo islámico, que pone en discusión lo que en Francia se conoce como “universalismo”, contrastado por el “relativismo cultural”. Hasta el ministro del Interior habló de “islamoizquierdismo” en octubre. Para la ministra Vidal, el islamoizquierdismo es, entre otras cosas, la consecuencia de importar movimientos culturales identitarios de Estados Unidos, como el Black Live Matters, en detrimento del laicismo y el universalismo; aquí una nota en español desde esa perspectiva, por Alejo Schapire. Para quienes están en la vereda de enfrente, esa mirada es eurocentrista y colonialista.