Hay un meme que vive.
El sábado pasado, mientras escribía sobre las palabras “De color”, “White latina”, “Negra” y “Quilombo” (N27P01-4), me acordé de una remera que había visto en una concentración feminista. Decía “CALLATE BLANCA”. Era fuerte verla junto a pancartas que decían “No nos callamos más”, en alusión al silenciamiento del machismo a todas las mujeres. Este lunes volví a verla en fotos del #8M, y me enteré de que la foto de la remera -y su dueña/modelo original- ya es un meme.
Yo no me sabía blanca hasta que vi la remera. La bella inconsciencia de las mayorías. Me sabía mujer, eso sí; pero no blanca, del mismo modo en que no se saben hombres los hombres. ¿Alguna vez viste que alguno se autodefina como tal en sus redes sociales? “Hombre, abogado y de Boca”. No existe, no se enuncia. Ser hombre es el absoluto cartesiano, lo normal (hoy: “hegemónico”). Y lo mismo con ser blanca.
Dice el feminismo negro e interseccional que las blancas son a las negras y otras identidades lo que los hombres a las mujeres blancas. Las blancas son los hombres de las demás. Es exactamente la frase de Lennon -”La mujer es el negro del mundo”- pero invertida: pensando no en la parte oprimida, sino en la opresora.
La paradoja, entonces, es que las mujeres blancas somos oprimidas y a la vez opresoras.
La chica del meme, Rebe Lope, explica el “CALLATE BLANCA” en un texto en Revista Furias donde reivindica el trabajo sexual; se identifica como “Puta Feminista y Marrona”. La acompaña otro texto firmado por Jesi Jess, que se identifica como “Villera, Feminista Descolonial y Bisexual”.
Las remeras de CALLATE BLANCA se venden por 2200 pesos, o por veinte euros. Acá Susan Horst, desde Gort, Irlanda, vende también barbijos de CALLATE BLANCA (por diez dólares), fundas de celular (por veinte) y pósters con la frase. La modelo no se parece a Rebe Lope. El valor que genera encarnar un meme también puede ser apropiado.