“Cuando el terricidio vuelve el aire irrespirable, no se resuelve con máscara de oxígeno. Hay que limpiar el aire, la tierra; hay que sacar siglos de mugre y mierda que conforman los cimientos del poder. Todo huele a podrido, a una descomposición antaña, que pareciera nunca terminar. Tenemos el estómago revuelto. Tanta impunidad nos da náuseas pero aún así no logramos vencer los miedos para salir a limpiar los territorios y liberarlos de los terricidas y especuladores de la muerte. Miles de hectáreas quemadas, sumadas a otras tantas miles se vuelven millones.
(…) Ahora nos queman el alma incendiando nuestra tierra. Nos hemos convertido en cuerpas desechables, territorios sacrificables, vidas descartables, sin justicia. Matan a la tierra y a sus guardianas, y pareciera no importar. Continúan los desalojos violentos y los territorios son entregados sin el menor sonrojo de vergüenza a las mineras, petroleras, forestales y todo tipo de empresas terricidas. Me pregunto si nuestros huesos y restos del terricidio encontrarán en un futuro vida humana que los recoja. Del genocidio indígena se dice que fue necesario para que nazca este sangriento estado-nación colonial. De este actual terricidio, ¿qué nacimiento esperan lograr? Aún no tenemos cifras exactas de las superficies quemadas este verano porque aún continúan los incendios. Todos ellos intencionales. (…)
He visto las montañas llameantes de color rojizo y he pensado que es el rojo de la cólera, de la bronca del poder contra los pueblos que decimos ¡No a la megaminería! Nos están castigando por defender la vida (…). Es por ello que las mujeres indígenas decimos mientras no tengamos justicia, ¡¡para ellos no habrá paz!! Les pido desde la profundidad de mi piwke/corazón, todo el apoyo. El Terricidio debe ser considerado un crimen de lesa naturaleza; y los terricidas deben ser condenados. Xepenge kom pu che!! Desde la Puelwillimapu, Chubut.” Moira Millán, Movimiento de Mujeres Indígenas, en Agencia Presentes.