Sí ya sé, no es una palabra, son tres. Perdón. Seguro que en alemán puede decirse en una sola.
“Yo no tengo un nuevo álbum, alguien me hackeó mis cuentas de música, yo no hice esa música, que le vaya bien a quien tiene mi cuenta secuestrada, que la disfrute mientras pueda, pero no, El Taíno, no es hecho por mi, la persona está usurpando mi identidad musical digital”, tuiteó la artista colombiana Lido Pimienta en la medianoche del miércoles. Fue apenas tres días después de tocar su tema “Eso que tú haces” en la ceremonia de los premios Grammy, donde estaba nominada por primera vez por su álbum Miss Colombia.
Al parecer, en varias plataformas de streaming salía el disco “El Taíno” a su nombre. De hecho, en Spotify sigue ahí, a nombre de “Lido Pimienta”, pero: no asociado al perfil de esa Lido Pimienta. Funcionan como artistas homónimos. Es casi lo opuesto a una violación de copyright. En YouTube ya aparece a nombre de “Various Artists”, aunque en la información adicional dice “Lido Pimienta”.
Dijo la artista en otro tuit: “Mi arte es todo lo que tengo. Escuchen (“stream”) mi música, omitan (“skip”) al impostor”. Periodistas y fans se sumaron: “El Taíno no es de ella, por favor no lo escuchen” (en realidad, “don’t stream it”).
Pero… a mí me gustó el disco apócrifo. Lo robado, más que una identidad, es una marca, en una maniobra para conseguir difusión que logró, por ahora, la escucha de apenas 1217 personas. Bienvenides una vez más a la economía de la atención: lo que se roba son las audiencias. Sería genial resolver el entuerto sin perjudicarnos.
En Twitter, un fan recomienda a Lido que use blockchain para sus canciones.