“Acaban de invertir mil millones de dólares para crear el ‘metaverso’, un universo paralelo al mundo físico formado por mundos virtuales interconectados en los que los seres humanos podremos vivir como en el mundo real”, publicó El Confidencial el 17 de abril. Se basaba en un comunicado de Epic Games, la empresa detrás del juego Fortnite y del motor de juegos Unreal Engine.
Cinco días después, Jensen Huang, CEO de Nvidia, dijo a Time que se han lanzado a crear el metaverso, “un mundo virtual que es el gemelo digital del nuestro”. Nvidia produce tarjetas de interfaz gráfica como las que se usan en… Fortnite.
Huang remite la idea del metaverso a la novela ciberpunk Snow Crash, de Neal Stephenson, publicada en 1992: un mundo digital de espacios tridimensionales compartidos en los que las personas interactúan a través de avatares. Stephenson dijo: “Las palabras ‘avatar’ (en el sentido en que es usada aquí) y ‘metaverso’ son invención mía, a la que llegué cuando decidí que las palabras existentes (como ‘realidad virtual’) eran simplemente demasiado incómodas”.
Sergey Brin, fundador de Google, dijo que Snow Crash le causó gran impresión; en Facebook era lectura requerida; Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, era amigo de Stephenson en los noventa. Desde entonces están tratando de acercarse al metaverso con herramientas de realidad virtual y aumentada. El juego Second Life es una muestra de esos intentos; la plataforma Roblox, también, entre otros desarrollos.
Pero ya no se trata de juegos. BMW se asoció con Nvidia y creó un “gemelo digital virtual” de su fábrica de Regensburg; ahí probará toda innovación antes de traerla al mundo físico. Una suerte de maqueta digital, interactiva y habitable.
Según Huang, el metaverso será ”el lugar donde crearemos nuestro futuro”. Facebook, Microsoft y Tencent (China) también van por su metaverso. Para Tim Sweeney, de Epic Games, debe ser un estándar abierto que reemplazará a la misma internet.
Meta verso. Y literatura. Meta.