Hablando de propiedad intelectual y bien común. “Recibido hace unos minutos a mi GMail. Al principio pensé que era un spam y estaba a punto de borrar el correo, pero resultó ser sobre el FBI solicitando mis datos a Apple”, tuiteó ayer Alexandra Elbakyan.
Alexandra (Kazajistán, 1988) es la creadora de Sci-Hub, un sitio web que brinda acceso gratuito a más de 60 millones de papers científicos; una auténtica heroína de la ciencia abierta y el conocimiento libre. Nunca vio un peso por haber hecho semejante favor a la humanidad. Ahora, Apple le avisa que hace más de dos años el FBI le pidió datos respecto de su cuenta, y que tuvo que dárselos.
En 2015, Elsevier, la editorial de revistas académicas más grande del mundo, la demandó por infracción de derechos de autor. Claro: Elsevier cobra 30 dólares por cada acceso a un paper. Fue condenada a pagar 15 millones de dólares. Distintos recursos judiciales dieron de baja los dominios de Sci-Hub, pero siempre revivió en nuevas url.
Sci-Hub no es solo un regalo para la comunidad científica. Las chances de que haya sido clave para la formación de quienes decodificaron el genoma del COVID-19, o crearon las vacunas, son enormes. ¿Tendríamos vacunas sin Sci-Hub? Es imposible desenredar la trama del conocimiento, pero algo sabemos: cuanto más rápido circula, más diversos, inimaginables y distribuidos son los beneficios.
La historia del acoso judicial a Alexandra se parece demasiado a lo que sufrió Aaron Swartz, un estudiante del MIT que fue encarcelado y procesado por bajar y distribuir papers. Los fiscales pidieron más de 50 años de prisión y cuatro millones de dólares de multa; él se suicidó. Tenía 26 años. Su historia se cuenta en la película The Internet’s Own Boy.
Alexandra vive en Rusia, un país que no tiene acuerdos de extradición con Estados Unidos. Explicó que Sci-Hub le fue inspirado por la noción soviética de que “la ciencia y el comunismo son inseparables”. Su historia en algunas viñetas, aquí.