Hasta hace tres días, la favela de Jacarezinho, en el norte de Río de Janeiro, era conocida porque ahí nació el futbolista Romario. Pero ahora es sinónimo de masacre: el jueves la Policía Civil del estado entró para hacer una redada antidrogas y mató a 24 hombres. Solo tres de ellos tenían orden de detención; otros 13 eran vecinos; del resto todavía no se sabe nada. Además, murió un policía. Es la acción policial más letal de la historia de la ciudad, que ya es decir.
“No hay sospechosos aquí. Tenemos criminales, asesinos y narcotraficantes. Lo que nos causa mucho dolor es la muerte de nuestro colega”, dijo el jefe de policía, Felipe Curi. El vicepresidente Hamilton Mourão sintetizó: “Todos bandidos”. Y agregó: “Esto es lo mismo que si estuviéramos luchando contra un país enemigo. Estoy casi absolutamente seguro, no tengo todos los datos de eso, de que los muertos eran los marginales que estaban allí, armados, enfrentándose a la fuerza del orden.”
El Tribunal Supremo de Brasil había suspendido toda incursión de la policía en las favelas en junio pasado, por pandemia. Solo estaban autorizadas operaciones imprescindibles, previo aviso a la fiscalía. Según El País, la notificación llegó a la fiscalía tres horas después de empezado el operativo. A la hora de juntar los cuerpos.