El jueves, el organismo público de salud de Estados Unidos CDC (Centers for Disease Control and Prevention, o Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) difundió un documento titulado “Cuando estás totalmente vacunade” (fully vaccinated). “Si estás totalmente vacunade, podés reanudar las actividades que hacías antes de la pandemia. Las personas totalmente vacunadas pueden reanudar sus actividades sin usar tapabocas ni mantener el distanciamiento físico, excepto cuando así lo requieran las leyes, normas y regulaciones federales, estatales, locales, tribales o territoriales, incluida la guía para empresas locales y lugares de trabajo. Si todavía no te vacunaste, encontrá una vacuna”.
¿Te imaginás?
Esa tarde dijo Joe Biden: “Podés encontrar un centro de vacunación cercano mandando un mensaje de texto con tu código postal al siguiente número: 438829. Y obtendrás los lugares más cercanos donde podés ir a vacunarte ahora. Y muchos lugares no requieren una cita. Es gratis. Sólo tenés que entrar y ponerte la vacuna. Cualquier persona de 12 años o más es elegible. (…) Y por ahora, después de un año de duro trabajo y mucho sacrificio, la regla es muy simple: Vacunate o usá barbijo. Vacunade o embarbijade (It’s vax’ed or masked). Vacunate”.
Cerró: “Si estás totalmente vacunade y podés sacarte el barbijo, te habrás ganado el derecho a hacer algo por lo que los estadounidenses son conocides en todo el mundo: saludar con una sonrisa”.
El derecho a la sonrisa. ¿Qué tengo que hacer para ganármelo? ¿Es que mis catorce meses de reclusión sudaca no valen?
“La pandemia se dividió en dos”, titula el New York Times este artículo con gráficos impresionantes.
¿Ves esa negrura sin fondo ahí abajo? Es el foso que separa a los países ricos (ergo sanos), que retoman la vida (la “vieja normalidad”, valga el retrónimo, N36P01), del resto del mundo. Ya en la semana en que Biden asumió se hablaba de desigualdad sanitaria (N21P06). Es foso no para de ahondarse.