Una “ley animalista” promovida por Jarosław Kaczyński, ex primer ministro ultraconservador, quebró la coalición gobernante en Polonia. La Ley de Defensa Animal busca cerrar las granjas de peletería, regular cuánto y cómo se puede atar a un perro, supervisar los albergues de mascotas y prohibir la matanza de animales según los ritos halal (islámico) y kosher (judío). Resulta que Polonia es el mayor productor de pollo de la Unión Europea, y el 40% de su producción es precisamente halal; también es el segundo productor de pieles de la región. A los granjeros no les gustó la idea de perder millones y se manifestaron contra lo que llaman “traición al campo”. Llegaban arengados por el slogan de Radio Marja: “el hombre fue creado por Dios para dominar la creación”. El dueño de la radio, Tadeusz Rydzik, tiene también un canal de tevé y muchas granjas de visones.
Ante la crisis, el martes Kaczyński asumió como viceprimer ministro. Es uno de los hombres más poderosos del país, conocido por su proyecto de “revolución moral”: nacionalismo y oposición al aborto, los derechos de las mujeres y las personas homosexuales. Se dice anti tecnología, pero subió un video a TikTok para explicar su punto. Así trajo a primer plano la discusión sobre si los animales deben considerarse mercancías o seres sintientes sujetos de derecho; cientos de universidades la exploran en la materia derecho animal, mientras miles de organizaciones activistas toman acción directa (y muchas son catalogadas como “amenazas terroristas”). “La resistencia a reconocer derechos a los animales es similar a la que enfrentaron en su día la esclavitud racial o la discriminación de la mujer”, sostiene el filósofo australiano Peter Singer, pionero antiespecista, en Liberación Animal (1975). Qué lástima que un movimiento con décadas de trayectoria como el animalismo, que está llegando a su punto caramelo en la denuncia de la pandemia zoonótica, levante el perfil legislativo de la mano de un señor anti derechos de humanes.