El siglo XX sigue sacando la mano desde adentro de la tumba. En Madrid, una cuadrilla retiró de la plaza Chamberí una placa en honor a Francisco Largo Caballero, un sindicalista y dirigente del Partido Socialista Español que fue presidente del Consejo de Ministros durante la Segunda República Española, en 1936. La medida responde a una propuesta del partido de extrema derecha Vox -aprobada con los votos del Partido Popular y Ciudadanos- para eliminar de Madrid todo recordatorio de Largo Caballero y de Indalecio Prieto, otro dirigente del PSOE y ministro republicano. Sostienen que esta medida se apoya en la Ley de Memoria Histórica de 2007 en la que “se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura” (Boletín Oficial). El concejal que presentó la propuesta, Francisco Javier Ortega Smith, llamó “criminales” a Largo Caballero y Prieto, y aseguró que “están manchados con sangre”. A su vez, el portavoz del PSOE llamó a los concejales de Vox “criminales ideológicos”. Además, las estatuas de los dos dirigentes fueron pintadas con la palabra “asesino”. Mientras tanto, Vox tira nafta al fuego desde su cuenta oficial: “Siguiente objetivo: la estatua. ¿Queréis evitarlo? Derogad la ley de memoria histórica”.
Una encuesta impulsada por la Plataforma de Medios Independientes de España mostró que un 40,9 por ciento preferiría una república, pero también que un 34,9% elige la monarquía. En el artículo de Wikipedia sobre Largo Caballero hay un cartel: “Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o sección”. El espacio público de Madrid se parece hoy a esa página en controversia. Pero es más difícil de cambiar.