8. Cabexit

El martes superamos las diez mil muertes por COVID. Esta palabrita arrancó a circular unas horas después, ya el miércoles a la noche, tras el anuncio presidencial que con un volantazo reemplazó  la discusión pública de “golpe” a “coparticipación”. Maravillosa jugada: cambiar un planteo político (con origen económico) por uno económico (de raíz política), metiendo el dedo en la llaga-zanja siempre fértil entre la ciudad de Buenos Aires y el resto del país. Hola Sarmiento, Quiroga, Rosas, Urquiza, Echeverría, Martínez Estrada, más acá Fito Páez; tanto tiempo, pasen, están en su casa. #Cabexit hizo lo suyo, a tono con hashtags anteriores como  #Mendoexit. La vieja fantasía del muro.

Duele ver un nombre tan hermoso como Buenos Aires convertido en una sigla desabrida. Es justicia poética, sin embargo, que esa sigla remita a la famosa Cabeza de Goliat que denunció Martínez Estrada. El jueves Alejandro Bercovich hablaba de “macrocefalia” para buscar, una vez más, un diagnóstico a los males del país. Apenas el fin de semana pasado, la patria cervecera de Villa Urquiza tiraba sal a la herida con el slogan burlón de “No estamos tomando tierra, estamos tomando birra“. Según difundió el gobierno esta semana, se calcula que cuatro millones de personas sufren déficit habitacional en Argentina.

#Cabexit me recuerda otra vez al Cabezón, que dos semanas antes de la crisis de los patrulleros en Olivos se paseó por televisión anunciando un golpe y después dijo tan fresquito que había sido un momento “psicótico”. Como señaló @la_marcucci en Twitter, “ese nunca se brota, ese avisa”.

Las cabezas están sobrevaloradas.