“El ajedrecista ruso Ian Alexandrovich Nepomniachtchi, Gran Maestro y Nº3 del ranking, fue apercibido en el Mundial relámpago de Kazajistán por usar una remera con la histórica frase de Lionel Messi: ‘¿Qué mirá’, bobo? Andá pa’allá’.😂”. El tuit es de Marina Butrón, del jueves 29, y viene con foto probatoria.
¿Por qué fue tan instantáneamente fascinante la frase de Messi tras el partido contra Holanda (Países Bajos, ok)? ¿Porque pocas veces le escuchamos la voz al capitán? ¿Porque es muy raro oír un exabrupto saliendo de su boca? ¿Porque casi no parece un exabrupto? Un insulto blanco, un insulto que está más en el tono que en la palabra. Si en “pelotudo”, como sostuvo Roberto Fontanarrosa frente al Congreso Internacional de la Lengua Española reunido en Rosario, “el secreto, la fuerza, está en la letra t”, “bobo” es su opuesto absoluto, su upside down: una palabra fofa, flojita, que podría hasta ser dicha por un niño que apenas empieza a pronunciar. Que podría hasta ser dicha a un niño. “Bobo” es condescendiente; mantiene a quien la dice lejos de las pasiones bajas de la agresión, y también, misteriosamente, a salvo de la soberbia. Un insulto minimalista, sobrio, parco; lejos de lo maradoniano, pero también lejos de Federico Luppi, de Bombita Darín. Un cambio de época.