Una nota de Marcos Zurita en el número 53 de la revista Crisis:
“Atrás quedan los tiempos de las pantallas pasivas. El cine se estrena en las casas. A la grilla de la tele la programa cada usuario. La pantalla de los celulares y tablets ya no es un vidrio frío e insensible sino que se permite reaccionar al roce de las yemas. La interacción mediatizada por la pantalla táctil traduce (y traiciona) las intenciones analógicas. Las acciones cotidianas necesitan nuevos verbos que las nombren. Clickear, scrollear, matchear. El sujeto visotáctil adulto se entretiene con el sexting, el fueguito, el faveo. Arroja la red de las convenciones semióticas del momento y busca pescar la reacción.
Pero ese sujeto visotáctil coexiste con el sujeto tecnosocrático que habla con el dispositivo. Cambia el tipeo por la voz, la búsqueda escrita por la pregunta a Alexa y sus amigas. Como siempre, hay resistencias (“no escucho mensajes de voz”). Como siempre, es en vano. Las nuevas opciones se llevan de atropelladas a las anteriores.”