Más negligencia. “Las pruebas de negligencia por parte de los comandantes (…) ante la evidencia de procedimientos que rompían con la doctrina y la instrucción (…) era tan fuerte, y el cúmulo de resultados operacionales irregulares tan aterrador, que decidimos separar a 20 oficiales y 7 suboficiales de las filas”, dijo ayer Juan Manuel Santos, presidente (2010-2018) y ex ministro de Defensa (2006-2009) de Colombia. Frente a la Comisión de la Verdad, que investiga el conflicto armado interno que sufrió el país durante décadas, habló de ejecuciones extrajudiciales, un crimen de lesa humanidad.
“Al poco tiempo de haber asumido el ministerio comencé a escuchar historias sobre posibles actuaciones irregulares que (…) se empezaron a conocer con el nombre de ‘falsos positivos’. (…) Consistía en presentar como resultados operacionales la muerte de civiles sin conexión alguna con el conflicto. Los falsos positivos son una parte –aún más deplorable– de un fenómeno más amplio y más antiguo: las denominadas ejecuciones extrajudiciales.(…) Esta práctica llegó al extremo de terminar con la vida de personas venidas de fuera de las regiones donde se presentaban los resultados operacionales, para ser luego reportados como “caídos en combate” (…) para que nadie los reconociera y su muerte no despertara protestas (…). Luego eran enterrados como “NN” en un cementerio local, mientras que se introducía alguna referencia en un informe de inteligencia para justificar la muerte de un ‘combatiente’ y asegurar que se inhibiera la acción de investigación penal”. Así reconoció por primera vez la responsabilidad del ejército colombiano en estos crímenes, que denuncian desde 2007 las 6402 Madres de Falsos Positivos de Colombia (MAFAPO).
“La presión por producir bajas y los premios por lograrlo fueron, sin duda, los principales incentivos para producir semejante degradación del conflicto (…) la doctrina Vietnam, la del conteo de cadáveres”, cerró Santos.