2. Trash talk

Desde el martes a la noche, en Argentina todes hablamos de trash talk. Para mí fue una novedad: solo me acerco al deporte cuando pasa algo que desborda lo estrictamente deportivo, como el cabezazo de Zidane o el mordisco de Suárez o las palabras del Dibu Martínez. Enseguida escuché que el trash talk venía del básquet; puede ser, de básquet sé menos que de tenis que sé menos que de fútbol que solo miro en los mundiales y afines.
El miércoles, en el programa radial Pasaron Cosas, Nahuel Prado decía que es “eso a lo que acá le decimos boquear”. En La Voz lo llaman “bardear”; me parece más ajustado. 
El diccionario de Oxford define: (Informal/ Estados Unidos) “Discurso insultante o jactancioso destinado a desmoralizar o humillar a un adversario deportivo.”
Fui a buscar. Los primeros tuits con trash talk son de 2007, y no son de básquet. La Wikipedia data el trash talk en los 60 o 70, y lo referencia a Cassius Clay, el gran campeón de boxeo. Incluso llegó a grabar un álbum, llamado “I am the greatest!” (“¡Soy el más grande!”) que la Wiki describe como “consistente mayormente en poesía trash talk”, aunque en otra página está catalogado como “comedia”. También se dice que es “precursor del hip hop”. Lo grabó seis meses antes de ganar el título de campeón mundial de los pesos pesados, convertirse al islam y cambiar su nombre por Mohamed Alí. 
Del trash talk de Emiliano “Dibu” Martínez se dijo de todo en estos días. Que tiene que tirar freestyle (en la línea de Clay hiphopero). Que es peligroso porque podría haber sido amonestado. Que es violento y debería haber sido amonestado. Que atajaba los penales antes de que los patearan (otra vez Nahuel Prado). Que es un héroe nacional y hay que mandarlo a negociar la deuda externa. Que antes los arqueros también eran picantes pero no los escuchábamos (Chilavert). Que nada de esto pasaría si hubiera público en los estadios.
Por si quedaban dudas de que se puede hacer cosas con palabras.