“Somos el colchón anímico de un tipo que gana 15 millones de dólares por año. Es decir que con lo que gana le podría pagar la terapia todos los meses a 100 mil personas y sin embargo somos nosotros los que estamos pendientes de que el tipo se saque la mufa.
(…) La mayoría de nosotros quiere que gane Argentina para que sea feliz Messi, más que para ser felices nosotros mismos. En todo caso nos dará alegría su felicidad, pero no el título por sí mismo”.
Lo dijo Diego Geddes esta mañana, hace cien años, cuando todavía no estábamos tomando el cielo por asalto, exigiendo todo junto y a los gritos desde el sillón que nos condonen la deuda externa, que la cepa Obelisco del COVID vacune más que las vacunas, que haga calor para andar en ojotas y en cueros y el asado sea barato y no contamine, y vuelvan los abrazos y los besos y la birra del pico y la fiesta para todes así en la cancha como en la vida, porque sí, porque nos lo merecemos, porque hace demasiado que penamos y es justicia y es poesía que se nos transparenten los ojos y se nos abra el pecho y nos fundamos les unes en les otres entre todes de una buena vez por todas, porque con la felicidad no se come ni se cura ni se educa pero se es feliz un ratito, cinco minutos, diez, quince, quizás hasta mañana, y después vamos viendo.