Estamos llegando a otra noción de la emergencia climática (N45P06); la urgencia se va poniendo más urgente. La frase que resuena es punto de no retorno. Slavoj Zizek lo dijo mejor en su artículo “Última salida al socialismo” (tirate un título, Slavoj), en Jacobin Mag. “Los últimos datos dejan en claro que, aun luego de la campaña de vacunación —muy desigual, por cierto—, no podremos relajarnos y volver a la vieja normalidad. No solo la pandemia no terminó —el número de infectados está aumentando de nuevo y nos esperan nuevas cuarentenas—, sino que otras catástrofes se dibujan en el horizonte. A fines de junio de 2021, un domo de calor (…) en el noroeste de Estados Unidos y el suroeste de Canadá hizo que las temperaturas alcanzaran límites de 50°C. En Vancouver hizo más calor que en el Medio Oriente. Esta patología climática representa solo el punto más álgido de un proceso general (…).
El aumento de la temperatura afecta al clima en general, pero el proceso registra picos más pronunciados en las localidades situadas en los extremos: tarde o temprano, estas se convertirán en puntos de inflexión. (…) La catástrofe no es algo que empezará en el futuro cercano, es algo que está sucediendo ahora, y no en un país distante de África o de Asia, sino aquí mismo, en el corazón del Occidente desarrollado. Para decirlo sin rodeos, vamos a tener que acostumbrarnos a vivir con muchas crisis que se desarrollan en simultáneo a nuestro alrededor. (…)
Que nuestras élites políticas y empresarias estén preparándose para este escenario significa que la alarma está sonando. Aunque la perspectiva de que los multimillonarios se muden a otro rincón del universo no es realista, no podemos negar que los vuelos espaciales privados organizados por ciertos individuos —Musk, Bezos, Branson— expresan la fantasía de escapar a la catástrofe que amenaza nuestra supervivencia en la Tierra. ¿Qué nos espera a los que no tenemos adónde ir?”