Una palabrita que era del ámbito comercial / industrial hasta que fue cooptada por el sanitario, como tantas. “El Ministerio de Salud de la Nación notificó ayer un caso de variante Delta [N40P03] correspondiente a un viajero que llegó de Lima (Perú) el 19 de julio a partir del cual se detectaron otros 13 casos positivos de familiares con quienes se habría visto rompiendo el período de aislamiento”, dijo Javier Borrelli en su newsletter matinal Infusión. “En 12 de ellos también se detectó la misma variante y el caso restante aún está en investigación. Por el incumplimiento del protocolo también se aislaron cinco burbujas (N06P02) en cuatro establecimientos educativos. Este caso prueba la contagiosidad de la variante y la posibilidad, cada vez más próxima, de que se pierda la trazabilidad (qué palabrita que incorporamos esta pandemia) y se declare la circulación comunitaria.”
Efectivamente: unas horas después, el Ministerio de Salud de la Nación distribuyó un memo de “alerta epidemiológica” titulado “Riesgo de circulación de variante Delta de SARS CoV-2 en Argentina”.
“La trazabilidad es la capacidad de rastrear todos los procesos, desde la adquisición de materias primas hasta la producción, consumo y eliminación, para poder aclarar ‘cuándo y dónde fue producido qué y por quién’, se explica en términos de gestión de calidad. Viene del inglés traceability, de trace, rastro, huella. La Wiki dice que según la norma ISO 8402, “la trazabilidad o rastreabilidad es la ‘aptitud para rastrear la historia, la aplicación o la localización de una entidad mediante indicaciones registradas’”.
En España, la trazabilidad es además otra cosa: un parámetro, un indicador. Puntualmente, según explica ElDiario.es, “la proporción de casos de los que se conoce el origen”. La Wiki agrega: “Un porcentaje bajo implica que el sistema no es capaz de identificar las cadenas de transmisión y que la pandemia está descontrolada”.