“Me pareció tan bella como angustiante”, me dijo Roxana Salpeter. Citaba un tuit de @Piratacland: “Los viejos navegantes de Internet cada vez más sufrimos de ‘Solastalgia Digital’!”. Hacía referencia a un posteo de 2015 donde un bloguero iraní cuenta lo cambiada que encontró internet tras seis años de cárcel: el paso de la internet del sueño democratizador a los jardines vallados.
Roxana me pasó un artículo de la BBC que define la solastalgia como “ese sentimiento que te invade cuando notas que tu entorno familiar está cambiando”. Es un concepto del filósofo Glenn Albrecht. “Eso que sientes cuando las casas de tu vecindad se vuelven comercios y oficinas; cuando el bosque en el que jugabas se incendia o pavimentan aquel parque. Esa nostalgia por tu hogar que sientes estando todavía en él.”
Dice la Wiki: “Solastalgia es un neologismo que describe una forma de angustia, estrés mental o existencial causado por el deterioro medioambiental. En muchos casos, esto hace referencia al cambio climático global; eventos más, localizados como erupciones volcánicas, sequías o técnicas destructivas de minería. también pueden causar solastalgia. Está compuesto por la palabra latina sōlācium (comodidad) y la raíz griega –algia (dolor). En 2015, la revista The Lancet incluyó la solastalgia como un impacto del cambio climático en la salud.”
Cuando el bosque en el que paseabas se incendia (y tenés que evacuar tan rápido que ves las llamas desde el ferry). Cuando tu laguna de pronto huele mal, o se seca. Cuando la costanera se vuelve edificio en venta. Cuando, muy rápido, la inundación se traga medio pueblo, o la extracción de metales se come las montañas. Cuando la sequía agota la comida y los pájaros se van. Y también -solastalgia cultural- cuando tu cine cierra, la revista que leías deja de salir, tu programa favorito es levantado, tus músicos y poetas mueren de golpe. Salir a la calle, en la misma ciudad de siempre, y sentirla otra. No hay espacio sin tiempo.