“El cambio climático es generalizado, rápido y está intensificándose”, dice el título del comunicado de prensa sobre el sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que se publicó el lunes. “Los científicos observan cambios en el clima de la Tierra en todas las regiones y en todo el sistema climático. Muchos de los cambios observados en el clima son sin precedentes en miles, si no en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se han puesto en marcha, como el continuo aumento del nivel del mar, son irreversibles en cientos o miles de años.”
A mí la palabra “irreversible” me lleva derecho a esa película de Gaspar Noé que se comentó tantísimo hace casi veinte años, y que jamás vi, porque tenía miedo de que me resultara demasiado fuerte y para qué sufrir. Qué tiempos cuando el trauma estaba en una película que se podía tranquilamente elegir no ver.
Ahora las películas nos quedan chicas. Lo decía Carlos Scolari en estos tuits: “La convergencia entre las distopías de la ficción y la no ficción es inquietante, por no decir aterradora”. Basta con ver las tapas de los diarios tras el informe del IPCC: todas son peores que los peores afiches del cine catástrofe. A mí esta foto, quizás la más repetida, me hace acordar al cuadro “El grito”, de Edward Munch, padre del emoji que más sale en estos días 😱. Ni la ciencia ficción ni el cli-fi ni el new weird nos prepararon para esto (que, sin embargo, se viene diciendo fuerte y claro desde hace al menos cincuenta años: La primavera silenciosa va a cumplir sesenta).
La ficción no alcanzó. Vuelvo a ese meme que circuló intensamente a principios de 2020, entre los incendios de Australia y la primera conciencia global sobre el COVID: el cartelito en la librería que decía aquello de que los libros de ficción post-apocalíptica se han movido a la sección de actualidad. Lo leíamos como un chiste. Ya no.