“Cada palabra de nuestro lenguaje contiene, como enrollada sobre sí misma, una bobina de tiempo hecha con los hilos de miles de operaciones históricas. Mientras el profeta y el político se esfuerzan por santificar las palabras ocultando su historicidad, pertenece a la filosofía y a la poesía, como sugiere Giorgio Agamben, la tarea de profanar las palabras sagradas para devolverlas al uso cotidiano. Esto supone deshacer los nudos del tiempo, arrancar las palabras a los ganadores para ponerlas de nuevo en la plaza pública, donde pueden ser objeto de un proceso de resignificación colectiva.”
Paul B. Preciado, Un apartamento en Urano. Citado por Paula Salerno en su clase.