“También estoy convencida que será imposible solucionar los problemas que dejó el macrismo de bajos salarios, altísima inflación, endeudamiento vertiginoso con acreedores privados y la vuelta del FMI con un préstamo de 44 mil millones de dólares, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc… votando al macrismo o votando sus ideas”, dijo la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el anteúltimo párrafo de la carta que difundió el jueves.
Etc, etcétera, del latín et cetera: “y lo demás”. Eso que vos sabés, iatúsabe, yada yada yada.
Todas expresiones muy útiles para hablar con gente próxima, con la que funcionan los sobreentendidos. No tan prácticas cuando hay que explicitar: en los exámenes, en las sentencias legales, en todo texto en el que el malentendido sea un peligro inadmisible. Es arriesgado confiar en que siempre cualquier otre llenará los blancos del mismo modo que une. Es casi como conceder que solo se le habla a quien coincide.
Y todo lo demás también: quemando el pasaporte con rabia.