El miércoles, Simone Biles, la gimnasta más premiada de todos los tiempos, testificó ante la Comisión de Justicia del Senado de Estados Unidos por el caso de abusos sexuales de Larry Nassar, ex médico del equipo olímpico, y su red de encubrimiento. Otras tres gimnastas también dieron testimonio.
“Soy una superviviente de abusos sexuales, y creo que las circunstancias que condujeron a mis abusos y permitieron que continuaran son el resultado directo del hecho de que las organizaciones creadas por el Congreso para supervisar y protegerme como atleta (…) no hicieron su trabajo”, dijo. “No quiero que otra joven gimnasta, atleta olímpica o cualquier individuo experimente el horror que yo y cientos de otras hemos soportado antes, durante y hasta hoy, a raíz de los abusos de Larry Nassar. Para ser clara…”. Se le quebró la voz. “Para ser clara, culpo a Larry Nassar, y también culpo al sistema entero que permitió y perpetró su abuso. USA Gymnastics y el Comité Olímpico y Paralímpico de los Estados Unidos sabían que su médico oficial del equipo había abusado de mí, mucho antes de que yo fuera consciente de su conocimiento. (…) Este es el mayor caso de abuso sexual en la historia del deporte estadounidense, y aunque se ha llevado a cabo una investigación totalmente independiente sobre el manejo del caso por parte del FBI, ni la USAG, ni el USOPC, han sido objeto del mismo nivel de escrutinio. (…) Les pido que su trabajo se guíe por la misma pregunta que se han hecho Rachael Denhollander y muchos otros: ‘¿Cuánto vale una niña?’ Me siento ante ustedes hoy para alzar mi voz para que ninguna niña tenga que soportar lo que yo, las atletas en esta mesa y las innumerables otras que sufrieron innecesariamente bajo la apariencia de tratamiento médico de Nassar. (…) Nos han fallado y merecemos respuestas. Nassar está donde debe estar, pero los que lo permitieron merecen rendir cuentas. Realmente parece que el FBI hizo la vista gorda.”