“Allison Draper estaba encantada con su clase de anatomía. (…) el lenguaje era claro, preciso y funcional. (…) Pero un día buscó el nervio pudendo, que proporciona sensibilidad a la vagina y la vulva, o a los genitales femeninos externos. El término deriva del verbo latino pudere: avergonzarse. El nervio de la vergüenza, señaló Draper: ‘Me quedé fría… dije: ‘¿Qué? ¿Perdón?’’”, cuenta Rachel E. Gross en “Las palabras importan: un grupo de médicos quiere desterrar a la ‘vergüenza’ de la anatomía femenina”, en el New York Times, el martes. Gross sigue el recorrido de Draper: “La cosa empeoró. (..) Se enteró de que el término latino para la vulva —que incluye los labios internos y externos, el clítoris y el montículo púbico— era pudendum. Traducción: la parte de la que hay que avergonzarse. No había una palabra equivalente para los genitales masculinos. Y, en ese momento, se enfureció”.
“En 1895, la anatomía reconoció oficialmente la existencia de una región pudenda tanto en el hombre como en la mujer. Pero 60 años más tarde, solo el ‘pudendum femininum’ —la parte de la vergüenza femenina— seguía figurando en la lista. Más tarde se simplificaría a ‘pudendum” y se utilizaría como sinónimo algo más formal de vulva”, señala Gross. Y suma al cuento a Bernard Moxham, jefe de anatomía de la Universidad de Cardiff. “En 2016, Moxham propuso que el grupo de terminología de la federación [Federación Internacional de Asociaciones de Anatomistas] —que en ese momento era todo masculino y mayoritariamente europeo— eliminara ‘pudendum’ y las palabras relacionadas de su próximo diccionario”. En 2019, lo logró a medias: Pudendum ya no aparecería como término oficial en la Terminología Anatómica, pero la arteria, el canal y el nervio del pudendo permanecerían relativamente sin cambios “porque el uso de la palabra pudendalis en términos de estructuras presentes en ambos sexos no puede interpretarse como sexista”.