¿Y de qué está hecho el metaverso sino de tecnominerales?
Hay dos maneras de errar el timing: demasiado tarde o demasiado temprano. Logré las dos con “metaverso”, llamada a abrir el diezpalabras de la semana pasada, que no existió. Ahora es tarde, pero en abril, cuando “metaverso” salió en la N34P1, era demasiado temprano. Qué vacer; vamos con “Meta”. Meta.
“Elegimos ‘Meta’ porque puede significar ‘más allá’ y encierra nuestro compromiso con la construcción de tecnologías sociales que nos lleven más allá de lo que hoy es posible a través de la conexión digital”, dijo Mark Zuckerberg el 28 de octubre. Fue en la presentación de la nueva marca que englobará a Facebook, Messenger, Whatsapp, Instagram y el proyectado metaverso, así como a los dispositivos anexos.
¿Y de qué está hecho Meta, el germen de la Zuckerbergcracia (N19P06), sino de minerales en contacto?
Me gustó este gráfico sobre las siete capas del metaverso. La última palabra de la capa interna (“infraestructura”) es “materiales”: para construir la virtualidad hacen falta tecnometales.
La noción de metaverso como espacio digital habitable, de videojuego para vivir, a lo Second Life o Matrix, no la inventó Zuckerberg; circula en la ciencia ficción desde los 90, y empresas como Epic Games o Roblox invierten en ella desde hace años. En este gráfico se ven las que ya están metidas.
“Todo esto huele mal. Me encantaría participar y explorar el Metaverso si fuera un proyecto abierto como lo fue en sus orígenes la World Wide Web (…). El Metaverso es desde el vamos un walled-garden de una de las corporaciones menos transparentes y más poderosas del capitalismo de datos”, dijo Carlos Scolari. Un tuitero resumió al metaverso con esta imagen full tecnomineralia. Me acordé de una novela distópica donde la humanidad vívía entre ratas pero una pastillita hacía percibir una realidad virtual dorada. Pablo Valle la reconoció: Congreso de futurología, de Stanislaw Lem, precursora de Matrix.
Como recuerda Nicolás Piccoli en Menciones, el rebranding del emporio Facebook responde a la crisis de imagen que desataron los Facebook Files de Frances Haugen, “la filtradora” (N57P06). Aquí (en el meta Meta, dice Piccoli) se documenta la historia. A pesar de los escándalos, Facebook nunca perdió plata. Hoy tiene tres mil millones de usuaries: la población de China, India y Brasil juntas.
El nuevo nombre no cayó bien. Se dijo “META: Make Everything Terrible Again”, y “Meta es una abreviatura de metástasis” (hasta Alexandria Ocasio-Cortez). Jack Dorsey, de Twitter, fue al diccionario “meta: referido a sí mismo oa las convenciones de su género; autorreferencial”. Y sí.
“Nada parece fuera del proyecto, menos la diversidad lingüística”, tuiteó Jorge Carrión. Es cierto. En Israel se burlan porque en hebreo “meta” significa “muerto”. Y en español, ni hablar. Lo mejor que se puede asociar es la acepción uruguaya, algo así como “dale”. (Me encantó este hilo analizando el uso argentino de “meta y meta”).
Tuiteó @jonronson: “Voy a llamar a Facebook por su deadname (N40P02), lo siento”.