Asi se llama el libro de Byung-Chul Han que acaba de editar Taurus. La descripción disponible online dice: “«Hoy estamos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas. No son las cosas, sino la información, lo que determina el mundo en que vivimos.» El mundo se vacía de cosas y se llena de información inquietante como voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa y descorporeíza. Los medios digitales sustituyen a la memoria, sin violencia ni demasiado esfuerzo. La información falsea los acontecimientos. Se nutre del estímulo de la sorpresa. Pero este no dura mucho. Rápidamente sentimos la necesidad de nuevos estímulos. Como cazadores de información, nos volvemos ciegos ante las cosas silenciosas y discretas, incluso las habituales, las menudas y las comunes, que no nos estimulan, pero nos anclan en el ser.”
Pienso en la noción de “objetos digitales” de otro filósofo oriental radicado en Alemania, Yuk Hui, el de la tecnodiversidad (N37P02).
No cosas. Tampoco bordes. Ni tejas.
Anclar en el ser. ¿Anclar como contrario a derivar? Otra vez tattva.