¿Te acordás? Hace un año no se hablaba de cepas del COVID. “Mutación” fue la N19P10, el 2 de enero. Llegaron las variantes: británica, sudafricana, de Manaos… En mayo una tomó carrera: la triple mutante B.1.617 (N37P04), nombre de robot. La llamaron “la de la India”; para no estigmatizar, en junio a la OMS se pasó a las letras griegas. La convirtió en Delta, “variante de preocupación” (N40P03). En julio apareció Epsilon (N43P03); en septiembre, Mu (N52P08), “de interés”. Vamos a agotar el alfabeto, dijimos.
Y bien amigues: llegó una más. Según cuenta Nora Bar, la descubrieron el martes, en Johannesburg; el miércoles la encontraron en Botswana y en China; el viernes, la OMS dio el alerta.
Es la B.1.1.529, por unas horas llamada Nu. Pero hubo confusión y burla, porque “Nu” suena parecido a “new”, nuevo. ¿Y la que sigue? Dice Jonathan Turley: “El que no debe ser nombrado. Parece que la OMS se saltó la siguiente letra griega después de Nu para nombrar la nueva variante. La siguiente letra es Xi. La preocupación es que la OMS nuevamente está evitando cualquier molestia para el gobierno chino. Entonces lo llamaron Omicron…” Qué cosa el significante, tiene un solo trabajo: no confundirse con otro.
Ernesto Resnik resume lo que se sabe de Omicron: poco. “Es muy probable que las vacunas todavía funcionen, pero podrían funcionar menos. ¿Cuánto? TODAVÍA NO LO SABEMOS”.
“La pandemia (N18P01) no terminará en ningún lugar hasta que no termine en todas partes”, dice Tedros Adhanom (OMS) por lo menos desde febrero. Lo vimos en Desigualdad sanitaria (N21P06), Apartheid de vacunas (N26P05) y Apartheid (N38P04). Es irónico que los efectos de este apartheid se den justo (también) en Sudáfrica.
Acota Valeria Edelsztein: “¿Que las nuevas variantes aparecen en el continente con menos acceso a vacunas (N42P01) porque los países ricos las acapararon, las farmacéuticas firmaron acuerdos predatorios y líderes mundiales nunca tuvieron una visión global para enfrentar la pandemia? Inés Peradísimo.”