Y hablando de batalla cultural: el martes fue un día de luto y furia para muches en la burbuja digital hispanohablante. Cerraba subdivx, uno de los principales sitios para bajar subtítulos gratis, producidos por una comunidad distribuida. Un emblema del sueño de la primera Web 2.0, la del espejismo de la democratización, antes de que Facebook y Google se lo fagocitaran.
“Hola amigos. A nadie le gusta dar malas noticias, pero lamentablemente tengo que informarles que a fin de año, cerraremos el sitio definitivamente”, decía en la home. “Me gustaría poder mantener subdivx abierto mil años más, pero no puede ser. Los dueños de los derechos no se dan por vencidos, y seamos realistas, al final siempre ganan. Descárguense los subs mientras puedan. Gracias a todos los creadores por el aguante, fue lindo mientras duró…”. (Cerrar el sitio, como si fuera una fábrica física, un local). Y seguía: “Si se quieren descargar con alguien, pueden hacerlo con https://twitter.com/comeso_GmbH que es quien nos viene denunciando hace años y con la empresa de hosting que son unos cagones https://estruxture.com”.
Dolor y puteadas en las redes. “Lo increíble es que tengan derechos (las empresas), sobre traducciones que no hacen. A un paso del crimental orwelliano”, tuiteó Rodolfo Rico. “Criminal es perseguir a gente que labura haciendo traducciones gratis para encerrar ese bien intangible que colectivizan en relaciones de propiedad con gente que gana guita en serio”, contestó @Librenauta. Hasta Hernán Casciari se lamentó: “Cierra SubDivx, una web que nos mejoró la vida durante muchos años. Mi relato «Los justos» hablaba de ellos:”. El chiste de ese texto, una oda a la cultura libre, es que reescribe un poema de Borges.
Subdivx arrancó en 2002, mucho antes de Netflix y compañía, cuando las películas se bajaban con torrents p2p, de computadora a computadora. Pero el sistema siempre fue precario, y se hizo patente de golpe: el consumo cultural de cientos de miles dependía de la energía de una sola persona para resistir embates legales (y un costo de 400 dólares por mes, como cuenta aquí). No es lo único que funciona así: el viernes, en el Congreso Argentino de Ciencia Abierta y Ciudadana, Evelin Heidel remarcaba que buena parte de la producción científica del mundo depende “de que no metan presa a una joven en Kazajastán”: Alexandra Elbakyan (N36P03), la responsable de Sci-Hub.
El miércoles, @deifar, quien creó y mantiene subdivx, subió un mensajito: “Bueno, me convencieron, seguimos… cualquier cosa me escriben en @deifar”. Alivio. Pero qué fragilidad.