Esta tampoco salió así, a secas. Se ve que empezamos a hablar de dosis tan de a poco (“Primera dosis, segunda dosis, refuerzo”, como especifica en su voto Marcela Kepic) que me quedó fuera del radar. Para cuando llegamos a la tercera dosis (N44P04), en julio -también votada-, ya estaba más atenta. Eran las primeras noticias internacionales que daban cuenta de que este asunto podía necesitar más de dos pinchazos: “Pfizer está a punto de solicitar la autorización en EE.UU. para una tercera dosis de su vacuna COVID-19, afirmando el jueves que otra inyección en un plazo de doce meses podría aumentar drásticamente la inmunidad y tal vez ayudar a evitar la última y preocupante mutación del coronavirus”, publicó hoy AP.
“La última y preocupante mutación del coronavirus”. Era julio. Hablaban de Delta (N40P03).
“Refuerzo” (N48P03) entró en agosto, ya en boca de un funcionario nacional. “Yo no diría tercera dosis (N44P04), diría dosis de refuerzo”, dijo el jueves Juan Manuel Castelli, Subsecretario de Estrategias Sanitarias del Ministerio de Salud de la Nación, a Radio Con Vos. “Porque con la segunda dosis se completa el esquema, no hace falta una tercera. La dosis de refuerzo viene después de completado el esquema, es como la vacuna antigripal, que la reforzás anualmente.” En fin.
Viene del griego δόσις, dosis: “acción de dar”. Y también don, dádiva, legado: aquello que se da.