La deriva fue una de las principales metodologías de la psicogeografía.
“La psicogeografía propondría el estudio de las leyes exactas, y los efectos precisos del medio geográfico, dispuesto conscientemente o no, que actúan directamente sobre el comportamiento afectivo de los individuos”, postulaba Guy Debord en 1955. “El adjetivo psicogeográfico, conservando una vaguedad bastante agradable, puede aplicarse, por tanto, a los datos establecidos por este tipo de investigación, a los resultados de su influencia sobre los sentimientos humanos, y aún más en general a cualquier situación o conducta que parezca derivar del mismo espíritu de descubrimiento”.
Debord y los situacionistas buscaban terminar con la dominación capitalista. Casi setenta años después, sus conceptos son centrales para urbanistas de todo el mundo. En 2014, Melvin Coverley publicó Psicogeografía. “Psicogeografía es el punto donde la psicología y la geografía se reúnen para evaluar el impacto emocional y conductual del espacio urbano. Tiene que ver, por lo tanto, con la relación entre una ciudad y sus habitantes pero, también con la relación entre ese entorno y sus narradores”, se dice en la web de la editorial (lo que interpreto como el análogo digital de la contratapa). La noción también atrajo al neurocientífico Collin Ellard, autor de Psicogeografía. La influencia de los lugares en la mente y el corazón (2015), que habla de lugares “de afecto”y de espacios “de ansiedad”.
En la década del 60, Kevin Lynch investigó cómo percibían las personas la ciudad de Boston pidiéndoles que dibujaran su “mapa mental”. Sin saberlo, hice algo parecido: durante años recibí couchsurfers en mi casa, y les pedía que dibujaran su ciudad, o su lugar. Tengo todavía el block de mapas subjetivos a mano alzada.
Dice José Taboada que la psicogeografía se usa para procesos de participación ciudadana en la planificación urbana. También destaca a FourSquare como ejemplo de las cartografías personales.
El mismo Google Maps está cargado de valoraciones. “Tras la información que contiene todo mapa está la información no incluida”, dice Rebecca Solnit. Siguiendo a los movimientos de cartografía decolonial y feminista: toda geografía es psicogeografía.