“Si los selk’nam son más conocidos como ‘onas’ que por su propio nombre, se debe en gran parte a un malentendido histórico: la palabra ‘ona’ proviene de un término de sus vecinos los yámana, cuyo significado se refiere al Norte. Estos llamaban a la Isla Grande Ona-sin, ‘Norte-país’, al Canal Beagle Ona-shaga, ‘Norte-canal’. Thomas Bridges, al haber trabajado casi toda su vida entre los yámana, naturalmente se refería a los selk’nam como ‘onas’, y desde entonces ese término fue aceptado como su verdadero nombre”, explica Anne Chapman en el prefacio a Fin de un mundo. “La confusión de estos términos podría ser tema de una tesis. Sólo agregaré aquí que Lola Kiepja (con quien comienza este libro), la última persona que vivió en la tradición selk’nam (mientras fue joven), creía que ‘ona’ era una palabra inglesa, sin duda porque los ocasionales turistas -a menudo de habla inglesa- que llegaban para fotografiarla en la reserva donde ella vivía usaban esta palabra para hablarle o al hablar de ella”.
Contaba el viernes Carlos Gamerro en La Noche de las Ideas que le suelen preguntarle por qué tituló su novela La jaula de los onas, en lugar de usar la palabra ‘selk’nam’. “Cuando están en la jaula son onas. Están siendo objetivizados, encarcelados en una identidad”.