Tuiteó Héctor R: “es un problema de ‘mezclado’ los estiradores quieren adicción con menos concentración, para eso el Fentanilo”. Y Red Blue Crow, con ironía: “Aníbal Fernández manifestó que a los estiradores se le aplicará todo el peso de la Ley de Etiquetado”. En los dos casos, la palabra parece referirse a sujetos, humanos. Cambia en este chiste sin gracia de wallydays926: “COCAINA
‘Con ETIQUETADO FRONTAL se hubieran evitado muchas muertes’
-No sobre consumir
-Puede contener estiradores NO autorizados”.
Ahí “estiradores” refiere a la sustancia que corta la sustancia, a falta de palabras más sustanciosas. El elemento adulterador, el relleno, el como si, que en este caso resultó mortalmente tóxico.
La misma palabra vi en una columna de Carlos Ulanovsky, el domingo. “Mientras no se termina de aplicar la que sería la utilísima ley de etiquetado frontal, el estimado consumidor es timado con cosas que parecen, pero no son. (…) ahora también hay un estirador de hamburguesas caseras. La precarización alimentaria está servida”. El mismo día Matías Fernández tuiteó “Decime que hay crisis sin decirme que hay crisis” con una foto del producto en cuestión, que Knorr llama “Rinde Más”.
“Knorr vende un ‘estirador’ de comidas con carne picada y en la publicidad dice que CUESTA MENOS pero nunca dice DE QUÉ ES”, tuiteaba Dr Amor en agosto. En Twitter se habla del “estirador” al menos desde julio; desde septiembre, de su publicidad en vía pública y televisión, con Santiago del Moro. “En ninguna parte del aviso se aclara qué clase de sustancia es. Está llegando la época de los alimentos sin nombre”, sentenciaba Vilcapugio en octubre. Un OCNI (N12P09).
En la web de Knorr dice: “Es una combinación de proteína de soja, vegetales deshidratados, condimentos y harina de trigo que, al sumarlos a tu carne picada/molida, hacen que tus comidas sean más rendidoras, más prácticas, más ricas”.
“Es un sinceramiento descarnado de cómo están las cosas”, opinaba Matías Fernández. Sí, descarnado.