Estoy tarde con Zoe. La vi por primera vez en los primeros días del año, pleno conticinio del verano, y era un tema tan enorme, tan desenfrenado, que me superó. Tantas aristas de la película, tanto color: cien mil personas metidas en una estafa Ponzi que prometía retornos en dólares del 8 por ciento mensual y duplicación del capital en tres meses, emitía su propia criptomoneda (Zoecash) y aseguraba respaldo en gramos de oro extraído de minas propias (¡“un gramo, una moneda”!); el coaching ontológico y la apelación a la educación, el emprendedurismo y el liderazgo en la base de todo el discurso, el chiste de la Universidad del Trading, ¡los locales! como el ZoeBurger, el equipo de fútbol propio en Villa María, los otros equipos involucrados como el Deportivo Español o Chacarita, ¡la venta de terrenos en el metaverso!; la iglesia propia, Aviva Zoe, que motivó una denuncia antisectas; el ejército de actores, influencers y periodistas promocionando la pirámide por un billete, la política ahí apenas fuera de foco (o no tanto: “la empresa apoya a Diego Santilli”). Y Leonardo Nelson Cositorto, @Leo.Ceo.Zoe, el protagonista estelar. Demasiado color, está guionado por Matt Groening. Ahora llegó el momento porque los pedidos de captura internacional de esta runfla ya están en las tapas de los diarios, y Cositorto llama a “moverse en comunidad” desde algún lugar del Caribe, así que no necesito contar el cuento entero (y si no escuchaste nada de Zoe, podés arrancar por acá).
Las noticias de ayer dicen “La caída de Generación Zoe: los ahorristas desesperados intentaron recuperar su dinero entre corridas y gritos”; “La Policía Federal detuvo al contador de Generación Zoe”. (Sigue: “Efectivos del Departamento de Investigaciones de Antimafia…”, ¡no sabía que eso existía!). La denuncia ante la Procuración General de La Nación (PROCELAC) fue presentada el 12 de enero por la ONG Bitcoin Argentina. Unos días antes, la Comisión Nacional de Valores (CNV) le había iniciado un sumario administrativo a Zoe, a la Universidad del Trading y a Cositorto por “intermediación irregular en el ámbito del mercado de capitales”; ya en octubre habían librado una intimación. Pero esto fue consecuencia de la cruzada intensa de un tuitero anónimo, conocido como Beto Medeleiev en honor a un personaje de Capusotto, quien lleva meses señalando que había una estafa en nuestras narices. Él popularizó la palabra Zoecrash. En realidad es un hashtag creado por Pata Pereira el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes.