Palabra porque sí, palabra vana. Palabra ready-made.
Santiago Kalinowski la ofreció al mundo: “Les dejo esto acá, por si alguna vez están pelando nueces verdes y necesitan la palabra. Twitter es servicio“. Matías Fernández me la envolvió para regalo.
“CHUNCHURRUNMÁNCHARRAS f. pl. pr. Vizc. Manchas que deja en las manos la cáscara de la nuez verde (Arriaga, c. Mugica, carta). ÉTIM. De chunchurrón, por el color de dichas manchas”, se lee en la imagen que tuiteó Kalinowski.
Y listo, ya está la palabra abriendo su cola de pavo real.
Pero igual googleo, porque en mis diccionarios no está. Encuentro un solo resultado, en Persée, una “biblioteca digital, científica y abierta” de la École Normale Supérieure de Lyon. La palabra “chunchurrunmáncharras” está en un artículo llamado “Un trou dans le Dictionnaire de l’Académie Espagnole” (“Un hueco en el Diccionario de la Academia Española”), publicado por Miguel de Toro y Gisbert en el Bulletin Hispanique, en 1922, hace cien años (¿será por eso que Kalinowski lo estaba leyendo?). El artículo está subido como imagen, así que en vez de citar voy a glosar: arranca diciendo “La pobreza del léxico académico español es proverbial” (esto sí es cita), y básicamente se dedica a defenestrar el diccionario de la Academia (la palabra “Real” la elide). Finalmente, a modo de botón de muestra de cuántas cosas se le pasan al diccionario, De Toro y Gisbert (autor de la versión española del Pequeño Larousse Ilustrado), regala “86 palabras que se pueden intercalar entre ‘chumbo’ y ‘chunga’ del Diccionario de la Academia Española”. Entre ellas, chunchurrunmáncharras, las manchas de la cáscara de la nuez verde.