Una expedición llamada Endurance 22, que había salido de Ciudad del Cabo el 5 de febrero, logró encontrar el Endurance, el barco de Ernest Shackleton, atrapado por los hielos antárticos y hundido en el mar de Weddell en 1915.
Shackleton es el máximo héroe de las narrativas antárticas. Su historia es la épica definitiva: tras el naufragio, 27 hombres sobrevivieron en los hielos durante diez meses. Buscaban cruzar la Antártida a pie, pero el temprano accidente arruinó el plan. Primero derivaron con el hielo hasta que pudieron llegar a la Isla Elefante, y desde allí Shackleton y cinco hombres subieron a un bote de menos de siete metros y navegaron durante catorce días hasta la isla San Pedro, en la Georgias del Sur: más de 1300 kilómetros. Ahí cruzaron la cordillera de la isla hasta llegar a Grytviken, una base ballenera, donde encontraron ayuda. Cuando finalmente volvían a acercarse a la costa de la Isla Elefante, Shackleton preguntó a gritos si los náufragos estaban bien. “All well, all safe, boss”, le respondieron.
Hoy esto es el folclore de las expediciones antárticas, gracias en gran medida a Frank Hurley, el fotógrafo del equipo, que conservó las 150 fotos que alimentan la leyenda. Me lo contaron hace quince años en un barco camino a Grytviken, donde tuve el privilegio de visitar la tumba del mismo Shackleton y comprar una postal fantasmagórica. Pero del barco no se sabía nada.
Ahora, The Falklands Maritime Heritage Trust lo buscó en un área de 390 kilómetros cuadrados, y lo encontraron. Está en el fondo del mar de Weddell, a 3002 metros de profundidad y a unos seis kilómetros de la última ubicación registrada por Shackleton. Aquí la historia del rescate; aquí, fotos submarinas. Como yace en uno de los mares más fríos del mundo, el barco se conservó casi intacto.
Endurance significa “Resistencia”.