“Algo pasa con los polos norte y sur de la Tierra. Las cosas no están bien”, tituló el 20 de marzo Futurism. Remitía a un artículo del Washington Post del 18 de marzo donde se explica que en el este de la Antártida se registraron 70 grados fahrenheit más que de costumbre, unos 40 grados celsius; pero también a otro, tres días anterior, que asegura que en el polo Norte hubo unos 50 fahrenheit / 28 celsius más que lo habitual. AP lo resumió en un solo título: “Polos calientes: Antártida y el Ártico, 70 y 50 grados arriba de lo normal”.
El 17 de marzo, el especialista Stefano Di Battista tuiteó que las temperaturas alcanzadas eran “impensables” para la fecha: -18.0 °C en la base Concordia, -30.1 °C en la base Vostok. Pero al día siguiente, treparon a -12.2 °C y -20.3 °C. “Es imposible, hubiésemos dicho hasta hace dos días”, aseguró. “Desde hoy (18 de marzo) se reescribe la climatología antártica”.
“Calor monstruoso simultáneo en el Ártico y la Antártida descrito como ‘imposible’ e ‘impensable’ por los científicos a medida que el cambio climático abrupto se acelera salvajemente”, resumió Ben See. “El cambio climático está ‘cargando los dados’… La humanidad tendrá dificultades para adaptarse a las temperaturas y lluvias similares al Plioceno de un clima nuevo y hostil para las décadas de 2030 y 2040”. De “plioceno” salía un asterisco que se recuperaba más abajo: “*Hace 3 millones de años”.
Doy con el título “Lecciones climáticas del Plioceno”; es la traducciión de un artículo de Marci M. Robinson para la American Scientist Magazine. “Hace tres millones de años las temperaturas globales eran ligeramente superiores a las de hoy. Las reconstrucciones climáticas de aquel período sirven para afinar los modelos computacionales que se proponen estudiar el cambio climático actual.”