Es curioso: rublos me suena a palabra del siglo XIX. De Anna Karenina, de Crimen y castigo. Lo cierto es que la moneda rusa no circulaba mucho por Occidente últimamente, ni ella ni su nombre; nada que ver con el dólar, el euro, el yen, el yuan. Hasta ahora.
Esta semana vi dos noticias centradas en los rublos. La primera decía, en El País, el miércoles: “Rusia corta el gas a Polonia y a Bulgaria tras negarse a pagar en rublos. Varsovia, que defiende acabar con la dependencia energética de Moscú, esperaba reducir a cero sus compras de gas ruso en octubre. Putin decretó que a partir de abril todos los importadores extranjeros debían pagar en la moneda rusa”.
La segunda es de ayer nomás, vista en la BBC: “Guerra de Ucrania: resistencia al rublo ruso en Kherson” (o “en Jersón”). Y dice: “El rublo ruso se utilizará en Jerson a partir del domingo, según las fuerzas respaldadas por Rusia que han tomado el control de la ciudad del sur de Ucrania. Sin embargo, el alcalde ucraniano de Kherson, Ihor Kolykhaiev, que ha sido derrocado por las autoridades rusas, ha dicho que no cree que esto sea posible mientras el único sistema bancario que funciona en la región sea el ucraniano, no el ruso. A pesar de llevar 60 días ocupados, muchos residentes intentan encontrar pequeñas formas de desafiar a las fuerzas rusas, como cambiar los rublos que reciben a la moneda ucraniana, la hryvnia. (…) Ahora, el cambio de la moneda de la región es otro intento de borrar la identidad ucraniana de la ciudad.”
Esto, según explica Gustavo Sierra en Infobae, es parte de una estrategia para decretar la nueva República de Kherson, pero no pudieron ante la oposición de los ciudadanos que se vienen manifestando contra la ocupación desde que entraron las tropas.
Nunca es solo plata.