“(…) Hay una enorme cantidad de gente a la que le gusta trabajar. (…) sin siquiera darse cuenta, quizás, hay mucha gente que es feliz en su trabajo a pesar del esfuerzo y las dificultades cotidianas.
(…) Y aunque lance un suspiro al finalizar el fin de semana y sueñe con una vida de ocio y lujuria, lo cierto es que de vuelta en la oficina, taller o donde sea recupera una forma de adrenalina que la hace igualmente feliz, o más.
Ahora que vuelven a funcionar muchos lugares de trabajo y también persisten los que nunca abandonaron la llamada ‘presencialidad’, en esos lugares, decía, se genera un clima cargado de energía. Muchas cosas se ponen en juego: la capacidad, el carisma, la ambición, el dinero y sobre todas las cosas la proximidad, la convivencia. Las ondas eléctricas corren por los escritorios, por los mostradores, por las líneas de montaje, ante las cámaras, frente al micrófono: surge una intimidad inevitable y más allá de las dimensiones del terreno se instala ineludible la existencia de los otros, del Otro en general, a veces para bien, a veces para mal.
El lugar de trabajo es un mundo paralelo al universo personal de cada uno. Dentro de ese ámbito están los amigos, los enemigos, los amores clandestinos, imaginarios o reales, y también los amores legales, porque como se sabe, una considerable mayoría de matrimonios comenzaron con un romance entre compañeros de trabajo. Los amores de oficina, de hecho, son un clásico del cine y las novelas, de la ficción en general. Pero un tema que no se cultiva a menudo es el de los amigos del trabajo. (…) Alguien que entra en tu vida por una simple contingencia territorial. Y en muy poco tiempo te conoce más profundamente que muchos de tus familiares cercanos. No hay una forma más definitiva de conocer a una persona que trabajar con ella. En el trabajo no hay impostación posible, se sabe la verdad.”
Cecilia Absatz en su newsletter Viejo Smoking del 17 de abril de 2022.