Ante la caída de las criptomonedas se ve a inversores del mundo cripto dándose ánimos mutuamente en redes sociales con un discurso que apela a la épica. “Incluso en los peores momentos, después de perder parte de sus ahorros y de estar en un roller coaster emocional, aún veo miles de Lunatics de todo el mundo con .ust en sus twitters, apoyándose y aguantándola hasta el final”, tuiteaba Marcelo Cavazzoli, CEO de la plataforma Lemon. Me recuerda a este video clásico donde un muchacho, frente a una computadora con todo el equipo necesario, reta a quienes tienen miedo: “Aquí se holdea con cojones. Señores, estamos en el puto mercado más salvaje de la puta historia”. Holdear es aguantar, no vender. O sea, seguir sentadito frente a la computadora. No ir a la guerra. No ir a cosechar algodón. No hacer delivery en bicicleta. Simplemente no vender. Épica.
Otros cientos o miles de personas salieron a ver el show y reírse de la desgracia ajena. Algunos tuits: “los criptobros sufren? yo soy feliz”. “Los criptobros ya están un paso más cerca de su peor pesadilla: el mercado laboral”. Puntualmente, se ríen de los criptobros, los hermanos del cripto, una palabra que se encuentra en Twitter desde marzo de 2018 (y “cryptobros”, desde 2011). Porque el mundo cripto es mayoritariamente masculino. Como se vio durante el criptobowl (N73P05), incluso es un elemento constitutivo de algún tipo de nueva masculinidad liberalota, un tema de conversación junto a la parrilla, como solía ser el fútbol. Las malas lenguas dicen que las cripto son a los hombres como la astrología a las mujeres: una suerte de superstición tranquilizadora.
Es un festival de morbo. Las pérdidas fueron reales para miles de personas; los foros de inversores de Luna en Reddit se llenaron de mensajes suicidas, y de líneas de atención al suicida como respuesta. Igual, los chistes siguen. Como el de McDonald’s, que colgó este cartel: “Ey criptobros, estamos contratando”.