Aventuro lo de retroutopía para Severance pensando en una suerte de nostalgia por alguna de las ventajas del siglo XX: que el trabajo tuviera límites claros, tanto espaciales como temporales.
En este artículo de ayer, Andrés Hatum sintetiza la historia de las oficinas. “Entre 1860 y 1920 comenzaron a emerger (…). En 1870, los elevadores nos hicieron subir más alto. Las máquinas de escribir entraron (…) a partir de 1874 (las famosas máquinas Remington). Los teléfonos aparecieron dos años después. Ya tenemos todo para el armado de la oficina moderna”. Avanza unas décadas: “El diseñador Robert Propst diseñó la action office que tuvo dos versiones: en 1964 y en 1967. Es más conocida como el cubículo, un espacio de trabajo separado de los colegas para que no puedan espiar, ver, ni husmear lo que uno está haciendo”. En la serie, les protagonistas ocupan cuatro cubículos fusionados en una sola isla en medio de un salón enorme (y muy retro), donde entrarían sesenta personas. Me recuerda a una redacción que conozco.
Hatum cuenta que fue Bell Labs la empresa que inventó los “encuentros fortuitos” entre personas que trabajan en diferentes áreas de una compañía, “a partir de una manipulación arquitectónica”: los grandes corredores, que permitían “el cruce de ideas y mayor interacción de los equipos, además de hacer un poco de ejercicio físico”. Los pasillos son clave en Severance.
“Oficina” viene del latín officina, de la contracción de opificina, formado por opus, ‘obra’ y facere ‘hacer’: lugar donde se hace, fábrica. Hace milenios que se entiende que está bueno que el trabajo tenga un lugar.
Hatum llega al modelo Google. “Un trabajo ‘combo’: todo en el mismo lugar. El límite entre la vida personal y laboral comenzó a dejar de existir. No más balance, ahora todo es lo mismo”. Señala que esto fue impulsado por el email, los celulares y el Whatsapp: “Te levantás y te das cuenta de que te quedaste a dormir en la oficina”. Justamente esa contaminación es lo que se evita en la serie.
“El problema”, sostiene Hatum, “es si no terminamos saliendo de la oficina a un hospital psiquiátrico, porque lo que se nos fragmentó es la psiquis”. Así.