Severance también trae la lectura obvia sobre elegir ser consciente -o no- de las consecuencias de lo que se hace. “El trabajo es importante y misterioso”, dice en el Manual de la compañía Lumon. Nada muy distinto a la alienación de Chaplin en Tiempos modernos.
En 2017, en una sobremesa del encuentro Comunes, Leandro Monk -fundador de FACTTIC– me dijo: “No sirve que los sábados vayas a la playa a desempetrolar pingüinos si de lunes a viernes trabajás en Shell”. Se me quedó clavado. No estaba en una petrolera, apenas en un medio que le tiraba nafta a la grieta social; poco después renuncié.
Me acordé cuando vi que se había viralizado este video de renuncia posteado el lunes en Linkedin. Dice: “Mi nombre es Caroline Dennett y esta es mi renuncia. He trabajado con Shell durante más de diez años hasta hoy, capacitando a decenas de miles de trabajadores para mejorar la cultura de seguridad en sus lugares de trabajo, tratando de mantener a la gente segura, prevenir fugas de petróleo y gas y grandes incidentes como el desastre de Deepwater Horizon en el Golfo de México. Pero hoy renuncio por el doble discurso de Shell sobre el clima. La ambición declarada de Shell en seguridad es ‘no hacer daño’; se llama Objetivo Cero y suena honorable, pero están fallando completamente. Saben que la extracción de petróleo y gas provoca daños extremos a nuestro clima, a nuestro ambiente y a la gente. Y digan lo que digan, Shell simplemente no está reduciendo el uso de combustibles fósiles. Se está expandiendo con nuevos proyectos de exploración y extracción, en contra de las claras advertencias de científiques y desestimando los enormes riesgos del cambio climático. Y yo ya no puedo seguir siendo parte de esto. Sé que soy privilegiada por poder tomar esta decisión, y que muchas personas que trabajan en compañías de combustibles fósiles no son tan afortunadas; pero la industria de los combustibles fósiles es el pasado. Y si podés encontrar una salida, entonces por favor rajá [walk away] mientras todavía haya tiempo. Hacelo ahora.”