“Sería extraordinario que el Trigo HB4 hubiera sido diseñado solamente para resistir a la sequía como se publica en general en los medios de comunicación. Pero el Trigo HB4 fue diseñado también para resistir un herbicida tóxico, a saber, el glufosinato de amonio”, dice Javier Flax en una nota de opinión en Tiempo Argentino. “Y eso es así porque, como expresan los extensionistas o publicistas de Bioceres, las malezas se hicieron resistentes al glifosato. Por lo cual venden un paquete que incluye el Trigo HB4 con una marca comercial de glufosinato de amonio. Incluso dicen en esas charlas -que pueden encontrarse en YouTube– que es de Banda Verde o baja peligrosidad, cuando en rigor es de Banda Azul o peligrosidad media, de acuerdo con la clasificación de la OMS, la cual puede verse en los envases de las diferentes marcas: es de Clase IV y no de Clase III.
(…) Los científicos que conocen del tema ya hicieron públicas sus advertencias. Se puede mencionar al respecto la carta suscripta por más de 1500 científicos, profesores universitarios y referentes ambientales y las posteriores cartas del colectivo Trigo Limpio. Como expresan quienes investigan el tema, el glufosinato de amonio puede generar daños en el sistema nervioso. Y se pretende que pase a ser el principal herbicida y, además, que se utilice para uno de nuestros principales alimentos, el trigo (N85P02). Todo para seguir sosteniendo un modo de producción inconveniente que requiere cada vez de mayores cantidades de herbicidas tóxicos o agrotóxicos que dañan el ambiente y la salud.
Sin embargo, de eso no se habla. Peor aún, no se permite hablar, es decir, no se permite que se expresen los especialistas y eventuales afectados, dado que no se llevaron a cabo las instancias de consulta que establece actualmente la legislación argentina, la cual aprobó mediante la Ley 27566 el Acuerdo de Escazú (N3P07) de Acceso a la Información, Participación Pública y Justicia en Asuntos Ambientales.”