Vuelvo a las declaraciones de Germán Pugnaloni, el abogado de la familia Gravier-Mazza, tal como las reproduce Clarín, que las toma de Télam, que las toma de Cadena 3. “Fue un hecho gravísimo, de una violencia lamentable; Tiziano no cruzó palabras con estas personas”. Pero los agresores sí cruzaron palabras con él. “Le dijeron ‘Tincho’, una forma de estigmatizar a chicos de clase media alta, y luego lo golpearon”.”Lo escucharon hablar con un tono que no era frecuente para la ciudad de Rosario y por ese solo hecho lo agredieron y le dieron estos dos terribles golpes de puño”. Toda una hipótesis.
Me quedo pensando en lo de cruzar o no cruzar palabras. Y en el uso intransitivo, más reciente, creo, del verbo; como cuando se dice, por ejemplo, “Patricia Bullrich cruzó a Alberto Fernández”. “Cruzar” se convierte entonces en una acción verbal; es cruzar palabras, pero como quien cruza espadas en una contienda: confrontar. Supongo que vendrá de “salir al cruce”, que es una metáfora espacial de una acción verbal, asociada a no dejar pasar más allá de un límite, a defender un territorio.
Vuelvo a Tiziano y sus agresores. Necesito un peritaje etnográfico. ¿Quién habló primero? ¿A quién le habló, a quién no le habló, en qué tono? ¿Puede una persona darle rienda al odio de clase justamente por no ser tomada como interlocutora? ¿Puede un tono percibirse como tan identitario que se interprete como una provocación, un cruzar un límite?
Al final de la nota de Clarín se recomiendan otros artículos, supuestamente relacionados. Los tres son de la sección “Familia”, son sobre usos de la lengua y comparten la misma fuente: “Lingüistas de la aplicación para el aprendizaje de idiomas Babbel”. Uno lleva este copete: “Cada generación tiene un lenguaje propio, códigos que vinculan a sus integrantes y les dan un sentido de pertenencia. Algunas palabras representan ciertos peligros y requieren estar atentos.”