Más de la entrevista de Natalia Laube en Radar.“‘Todo mi conocimiento sobre el espacio es previo a mis visitas, por eso cuando digo que soy la esmóloga más joven, lo digo un poco en serio’, se ríe Mariana. ‘Y es por eso también que una parte importante de esa Antivisita implica contar mi primera visita al espacio con las compañeras de detención de mi mamá, donde le pude poner espacio a lo que hasta ese momento eran relatos y planos’”.
La esmóloga más joven. Que dice un poco en serio. Es tentador pensar esa frase como una síntesis de parte del recorrido de Perez sobre el temita (N27P01) de las desapariciones forzadas. Publicó en 2012 Diario de una princesa montonera, en base a un blog anterior; en 2021 lo reeditó, ampliado. Y desde ese lugar de enunciación inventado, se para ahí, jugando a ser, como dijo alguna vez con exquisita ironía, “la boluda alegre de los derechos humanos”. Desde ese lugar puede decir otras cosas, hacer otras cosas. Puede buscar formas de entrar y salir de la ESMA; sobre todo, de salir. Perez es dramaturga, y eso se nota en los climas que se generan en la Antivisita. Para salir de la ESMA, apela a reconstruir la vida de su padre antes de ser un militante montonero, cuando era un muchacho de veintinada que tocaba en una banda, a comienzos de los años 70. Perez sale de la ESMA con música: antes baila, hace como que canta y sonríe con toda la boca. Su sonrisa es contagiosa, algo se afloja, el público aplaude. Perez, bailando, sale de la ESMA. No canta: deja oír la voz de los desaparecidos.