Un hallazgo de Alicia Killner, en un texto de Sebastián Lacunza en torno a la interna política argentina, publicado el domingo pasado en ElDiarioAr.
“El cristinismo halló un cauce narrativo. El motivo del fracaso del Frente de Todos no es el halo de impericia y convicciones líquidas que recorre buena parte de los despachos oficiales, tanto de camporistas como de pejotistas y albertistas. Tampoco el liderazgo vacante de Alberto Fernández, ni su desconcertante mecanismo para no tomar decisiones, ni mucho menos el dogma de los subsidios energéticos, ese agujero negro que lastra la economía argentina y es arbitrado, casualmente, por La Cámpora. El escándalo de la deuda tomada por el macrismo, la pandemia y la guerra de Ucrania son condicionantes atendibles, pero no tanto como las acechanzas que afrontó, con épica del gladiador de Ridley Scott, Néstor Kirchner. La vicepresidenta y el diputado, consagrados por los suyos como los dueños de los votos, salieron por arriba de la encerrona en que se habían metido —su opoficialismo— y se reencontraron con las palabras al identificar a un traidor que entregó al país a los brazos del FMI: Martín Guzmán.”